lunes, 14 de abril de 2008

HIPOCRESIA

Cuando tuve que hacer los trámites para la visa, me tocó pasarme seis horas, durante tres días, esperando que me atendieran. Alrededor mío había familias de inmigrantes, que esperaban callados, con bebés y chicos que lloraban ante tanta espera. Un señor me contó que estaba desde las tres de la mañana haciendo cola, mientras su abogado le aconsejaba qué tenía que decir. Y cuando por fin me tocó mi turno, leo un cartel que avisa a la gente que, ante las numerosas agresiones físicas que han sufrido los empleados, éstos pueden dar por terminada la atención de una persona sin dar explicaciones. Entonces entiendo el silencio, porque dependen de la buena voluntad del empleado para que no los expulsen, y porque no soporto esperar otras seis horas, leyendo ese cartel eléctrico que nos repite: “Bienvenidos, estamos felices de poder recibirlos”.

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