Como sé que la Cecilina no la va escribir, por lo menos por ahora, la cuento como yo me la imagino. Todas las noches, acuesta a su hija Florcita que, entre besos, caricias y cuentos, se duerme sonriendo. Y la sonrisa se le contagia a Cecilina y le dura hasta la mañana siguiente.
Hace 13 años
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