La distancia te envuelve a veces en una nebulosa, como si uno pusiera un paréntesis en algunos sufrimientos hasta que la vuelta nos evidencie la ausencia. Y eso hace que no esté triste, que sienta que lo voy a volver a ver. Que lo voy a encontrar dando una conferencia, o va a venir a mi casa, con chocolates en los bolsillos y unos artículos que pueden interesarnos.
Pero dentro de esa nebulosa me pongo a buscarlo en los homenajes que le hicieron y me doy cuenta de que me faltan palabras, de que su humanidad era tan tangible para todos.
Debe haber pocos maestros como él, que se sienten a charlar como si fueran uno más, siendo que están tan lejos, como un modelo imposible de alcanzar.
Y seguro va a estar ahí, como Gilgamesh triunfante en busca de la inmortalidad.
Pero dentro de esa nebulosa me pongo a buscarlo en los homenajes que le hicieron y me doy cuenta de que me faltan palabras, de que su humanidad era tan tangible para todos.
Debe haber pocos maestros como él, que se sienten a charlar como si fueran uno más, siendo que están tan lejos, como un modelo imposible de alcanzar.
Y seguro va a estar ahí, como Gilgamesh triunfante en busca de la inmortalidad.